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Oiga, tengo ganas de soltar palabras
De amor. De resbalarme testarudamente
En su mano, de volcarme a pecho
Abierto sobre sus venas y salir corriendo
Como loca a saciarme de lo incierto.
Y sepultarnos, con la suave
Caricia de una respuesta.
Enlamados por la contracción
De suspiros cortos.
Hoy es uno, usted es uno, uno
Soy yo. Por cierto:
Recuerdo a Cortázar
Y le hostigo la sangre
A voluntad.
¿Alguna pregunta?
Y sin punto final lo contagio
De las mañanas que nos dejan
Turbados del abstraccionismo
Severo de sus cálculos y los
Míos. ¿Es serio?
Ofuscado, ofuscamiento… diccionario.
Sí, palabra. Otro acierto:
Escribo para no enloquecer
Y no enloquezco. Ignoro
La sucesión cohesiva de
Los argumentos. A modo de
Meditación: ¿Existen?
Oiga, tengo ganas de soltar palabras
De amor. Pero, me sale un poco
De veneno. De esas toxicidades
Dulces que extasían mi
Dislocada longevidad, y me
Ponen a reír como loca
Como si me estuviera picando
Los ojos.
Oiga, oiga. Niñito necio,
Los dibujos telepáticos
Anulan la fatalidad de
Las historias…me meto
En sus cobijas and the
Game is over.
Sin permiso, por cierto.
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Karla Villapudua (Tijuana, B.C.) Lic. en Filosofía UABC Tijuana. Actualmente realiza estudios de posgrado en la Facultad de Pedagogía. Textos suyos aparecen en Andante 26, Psikeba, Homines y Espiral. Dirige www.revistaespiral.org.
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